Cookies

Noticias 

© La Vanguardia | 16/07/2019 | Autorretrato de Berenice Abbott

Berenice Abbott, figura indispensable de la fotografía moderna del s.XX

16/07/2019

Podría parecer que la moda de los influencers a través de la fotografía es algo reciente o nuevo, surgido gracias a las redes sociales. Pero lo cierto es que ya en el siglo XX existían numerosas personas que experimentaban con la fotografía como medio artístico y de expresión y que ya se hacían selfies y fotos hípster antes de que estas se pusieran de moda.


Sin duda, una de esas personas pioneras en el uso de la fotografía moderna fue Berenice Abbott. Nacida un 17 de julio de 1898 en Ohio, Estados Unidos, de un matrimonio divorciado, fue criada sólo por su madre. Pronto esta zona eminentemente rural se le quedó pequeña para su talento y aspiraciones y con 18 años se mudó a Greenwich Village en Nueva York. Allí entró en contacto con grande intelectuales y artistas de la época mientras escribía en publicaciones o hacía de modelo de artistas (como Man Ray) para costearse sus estudios de escultura.


Dentro de la escena artística trabó amistad, por ejemplo, con la escritora Djuna Barnes, la escultora Thelma Wood, o el artista Marcel Duchamp.


A comienzos de los años 20 decidió mudarse a Europa, viviendo en París y Berlín, donde siguió estudiando y trabajando como modelo. También se convirtió en asistente de Man Ray, quien la animó a adentrarse en el mundo de la fotografía.

A partir del primer contacto con la fotografía, Berenice se enamoró de ella y descubrió su verdadera vocación. En 1925 instaló su primer estudio fotográfico retratando a artistas, escritores, etc. y realizó al año siguiente su primera exposición en la capital francesa.

A finales de la década regresa a EEUU y comienza la que daría lugar a su mayor producción: una obra documental del crecimiento de Nueva York. El proyecto comienza de forma independiente hasta que recibe ayuda estatal y es publicado bajo el título Changing New York.


En estas obras retrata la modernidad que ofrece una urbe como aquella en los años 30 y la transformación que está sufriendo la ciudad en esta época convulsa. Entre sus fotografías vemos el crecimiento de los rascacielos, lugares emblemáticos hoy ya desaparecidos, las calles abarrotadas o los individuos perdidos entre la multitud.

 

Estamos, por tanto, ante una fotógrafa que, a pesar de comenzar siendo ayudante de los ilustres Man Ray y Eugéne Atget, consiguió convertirse en una fotógrafa relevante por derecho propio en un mundo y una época difícil para las mujeres.

 

Retrato de la modernidad del s.XX
Abbott ha pasado a la historia como una figura clave de la fotografía moderna, siendo una pionera, rebelde y transgresora en su faceta artística.
El conjunto de su obra es una de las más cautivadoras de la mitad siglo XX, uniendo a través de sus fotografías el París y el Nueva York de la época, la vanguardia de la ciudad francesa y Europa con el arte en la costa este de Estados Unidos.


Berenice Abbott maginaba en su mente la fotografía y llegaba hasta donde hiciese falta para conseguirla. Como solía decir “No soy una chica decente. Soy fotógrafa y voy a cualquier sitio”. Y así era como conseguía fotografías casi imposibles de la arquitectura neoyorquina, de las zonas más oscuras de la ciudad, de personas sin techo o de mujeres que, como ella, rompía los convencionalismos de la época.


A partir de los 50 participó en numerosos y diferentes proyectos, como uno de fotografías científicas a petición del MIT. Durante estos años su novia y crítica de arte, Elizabeth McCausland, fue su gran apoyo, escribiendo varios artículos sobre la obra de Abbott. Tras la muerte de McCausland, Berenice vendió el archivo Atget al Museo de Arte Moderno de Nueva York, y se mudó a una casa en Maine, EEUU, donde residió hasta su muerte en 1991. 

Archivada en:
Infórmate > Noticias
Qué hacemos > Programas | Proyectos | Servicios Actuales > IGUALDAD > Mujeres con historia